Dos años antes de su muerte, tuve el gusto de asistir a un recital de música y palabra del famoso cantautor argentino Facundo Cabral. María Helena y yo habíamos acordado dar un par de cursos de seguimiento a los que ofrecimos, en agosto del 2008, para los seminaristas del Seminario Nacional de Managua y al clero de Estelí. Sin embargo, ya estando ambos en Nicaragua, nuestra hija Claire sufrió de una delicada inflamación de la vesícula, lo que la obligó a esperar por un par de días en el Servicio de Emergencias del Hospital Calderón Guardia, antes de ser intervenida quirúrgicamente. Esto hizo que María Helena decidiera retornar al país para apoyarla, renunciando a su ilusión de visitar Estelí y de acompañarme en estos dos cursos que habíamos preparado conjuntamente. Ese jueves que ella regresó a Costa Rica teníamos entradas para ir, junto con mi cuñada Luz Angelina, al Teatro Rubén Darío a la presentación de Facundo Cabral, en lo que llamaban su gira de despedida. De manera que me acompañaron más bien los padres Iván, Marcos y Alfonso. Ya en el Teatro, le di una de mis dos entradas sobrantes a Alfonso y la otra pude venderla en una interesante compraventa, con gente que se dedicaba a intercambiar entradas.
A Facundo Cabral lo conocía por su trayectoria como cantautor, poeta, escritor y filósofo argentino, considerado entre los quince mejores cantautores de la historia en lengua castellana. En sus recitales, no solo entonaba canciones suyas, tan conocidas como “No soy de aquí ni soy de allá”, sino que también decía historias de su vida y citaba a personajes famosos, tales como Jesús de Nazaret, Krishnamurti, Jorge Luis Borges, Walt Whitman, Atahualpa Yupanqui o la Madre Teresa de Calcuta, entre otros. Fue una bendición que pudiéramos conseguir asientos en el área de luneta, para presenciar de cerca este excelente recital. Se inició con la presentación de Katia Cardenal y, después, apareció Facundo Cabral para deleitarnos con sus cantos, poesías, metáforas y mensajes de espiritualidad. Él estaba realizando su gira de despedida por Latinoamérica y ya había estado en el Melico Salazar el sábado anterior. Esto, debido a que las limitaciones físicas que sufría, a sus 71 años, le hacían muy pesados esos viajes continuos. Sin embargo, dos años después tomó la fatal decisión de realizar una gira artística más por Centroamérica. En ese viaje falleció el día 9 de julio del 2011, en la ciudad de Guatemala, asesinado por sicarios que lo confundieron con un empresario vinculado al narcotráfico. ¡Aquel inolvidable recital, al que tuve el privilegio de asistir en Nicaragua, había sido su verdadera despedida!
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