En preparación para nuestro viaje a Suramérica, mi hermano Jorge y yo adquirimos nuestras mochilas en la fábrica de lonas de don Ricardo Saprissa, el fundador y en esa época presidente del Deportivo Saprissa. Ésta quedaba en lo que hoy se denomina como la “Calle de la Amargura”, que sirve como vía de entrada a la Universidad de Costa Rica. Aunque las ventas allí se realizaban al por mayor, él tuvo con nosotros la deferencia de ofrecérnoslas al detalle y a un precio muy bueno. Él nos recordaba a ambos de cuando llegábamos con nuestras bicicletas a su estación de gasolina, frente al Gimnasio Nacional, y por mi vinculación con las ligas menores de la institución morada. Al contarle de nuestro proyecto viajero nos habló de un antiguo amigo español, residente en la Argentina, con quien había perdido contacto. Su último encuentro ocurrió siendo él jugador del Club Español de Barcelona, cuando realizaron una gira futbolística por los países del cono sur de América. Incluso nos comentó que habían cruzado por tierra la Cordillera de los Andes, como haríamos nosotros, en su travesía desde Chile a la Argentina, y que compartieron en esa ocasión gratos momentos en Buenos Aires. Entonces, de su puño y letra, don Ricardo le escribió una nota afectuosa a su amigo, para que se la entregáramos en caso de encontrarlo. La única referencia que conservaba de él, de hacía ya muchos años, era que había establecido una tienda deportiva en la ciudad capital, pero no contaba con su dirección ni ningún otro dato para localizarlo. Afortunadamente, durante nuestro mes en Buenos Aires, al preguntar por él en otra tienda de deportes de la ciudad y al mencionar su nombre completo, no me fue difícil ubicarlo. De hecho, pasé un rato muy agradable con ese señor español, quien por un par de horas me mostró fotografías de antaño, aderezadas con anécdotas sabrosas, que luego pude relatarle al propio don Ricardo. De esta manera cumplí con el encargo de servirles como emisario. Más aún, a mi regreso también le entregué a don Ricardo Saprissa una carta muy expresiva, de parte de su amigo, con la que restablecieron aquel contacto qué habían tenido antes, para así comunicarse entre ambos. ¡Una maravilla más del viaje de la amistad!
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