Cuando Hortensia se casó con Marco Aurelio Madriz Quesada, ellos fueron, por más de quince años, la primera y única pareja en la familia de Mézerville Quirós, permitiéndoles a sus padres Camilo y Felicia disfrutar del rol de abuelos, así como a sus hermanos y hermanas acoger a Olguita, Marco, Guillermo y María, quienes nacieron en dos tandas, como sus sobrinos. Marco Aurelio realizaba trabajo de finca y era dueño de un aserradero en Lourdes de Montes de Oca, cerca de la iglesia de sus amigos jesuitas. Hortensia se ocupaba de la casa y de las necesidades cotidianas de sus hijos, lo que incluía la atención médica que pudieran necesitar. Para esto contaba, por supuesto, con Jorge, su hermano médico. Si bien todos los niños querían mucho al Tío Coque, ellos reaccionaban diferente cuando se trataba de las visitas médicas a su consultorio. A Olguita no le agradaba el asunto de someterse a las vacunas, requeridas durante su crecimiento, y se resistía a ir. No obstante, como a ella le entusiasmaban los caballos que su papá tenía en la finca y soñaba con poseer su propio caballito, a su mamá se le ocurrió decirle que le habían dado al Tío Coque un potranquito, que tenía en el pequeño patio de atrás de su oficina, y que la invitaba a conocerlo. Una vez allí, resultó que al poni se lo habían llevado a pastar a otro lado, lo que no evitó que a la niña le pusieran sus vacunas de rigor. Por el contrario, a María, la menor, más bien le encantaba ir a consulta, pues de chiquita vivía enamorada de su Tío Coque y le emocionaba mucho que la atendiera, especialmente a ella, aunque fuera por un ratito. Curiosamente, con Marco y Guillermo las visitas al médico no les preocupaban mayor cosa y menos tratándose de su propio tío.