Antes de cumplir mis trece años, por elección de mis compañeros me correspondió ser el presidente del Primer Año B del Colegio. En mayo se celebraba anualmente la famosa Feria Lasallista y, como parte importante, había un certamen de belleza para escoger a la Reina de la Feria, entre las representantes de todas las secciones de la secundaria. Aunque éramos los benjamines, nos representó la prima de nuestro compañero Francisco María Collado. Para asombro de todos Laura Collado, con poco más de trece años, fue electa como Reina, lo que nos causó mucho orgullo. Incluso, los miembros de la directiva fuimos a visitarla una tarde a su casa, en Barrio La California, para agradecerle el habernos representado. Se acercaba la fecha del Baile de Coronación en el Club Unión y, por jugarme una broma, alguien misterioso le hizo llegar a mis padres una carta falsa, firmada por el director del Colegio, donde les pedía que me permitieran ir al baile como presidente de la directiva del Año. Tras la ilusión por el permiso concedido, se descubrió la falsedad de la carta, lo que me hizo reaccionar con mucha frustración y cólera hacia quien había urdido ese engaño. Entonces mi tía Lolita, como siempre, intercedió por mí. Ofreció pagarme la entrada y hasta me acompañó al baile, el primero en que participaría de adolescente. Como conocida de los Collado, mi tía consiguió que nos sentaran en la misma gran mesa de la Reina, y se ufanaba de su sobrino, presidente del Primer Año, que la eligió a ella para ese reinado. Por supuesto que Laura Collado sólo bailó con los muchachos mayores, escogiendo entre aquellos que la pretendían. No obstante, yo también pude bailar con una prima de Laura el primer baile de mi vida, lo que me llenó de satisfacción. ¡Aquello fue lo más cercano que estuve de ser el acompañante de la Reina!
Desde entonces, sólo una vez más vi a Laura, acompañada por su madre, cuando estudiaba en la UCR, y varias otras por la televisión, montando un caballo fino durante los topes. Esta afición es algo que ella trae en la sangre, pues su abuelo, don Adrián Collado Quirós, importó en 1902 los primeros caballos españoles de raza, y su padre, don Adrián Collado Montealegre, continuó con esa tradición familiar de la crianza de caballos, la cual le heredaría luego a su hija. Así, Laura Collado es reconocida como la principal criadora de caballos cartujanos fuera de España y la única mujer dedicada a esta actividad en Centroamérica. A uno de estos ejemplares lo llevó a EE. UU. en 1993 y fue el primer caballo extranjero en obtener el título de “Campeón Joven”. Durante toda su existencia ella ha sido una mujer de temple, emprendedora y dinámica, quien se ha hecho a base de esfuerzo y trabajo. Más aún, leí en una entrevista que, tras superar un quebranto de salud, aprendió a mirar la vida con nuevos colores y renovada intensidad. Esto lo comprobé al retomar contacto con ella, a través de Facebook, varias décadas después de aquel reinado de la Feria Lasallista, para compartir fotos de entonces y hacer reminiscencias juveniles. ¡Quienes viven a plenitud dejan una huella profunda a su paso por la vida!
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