Viruta y Capulina eran un par de cómicos mexicanos que nos deleitaban desde que nosotros éramos chiquillos, con sus películas tan divertidas de un humor muy sano. Con los años ellos se separaron profesionalmente, pero Capulina continuó produciendo sus comedias solo, las cuales continuaron siendo igualmente taquilleras. Incluso, realizaba giras con presentaciones personales por Latinoamérica y vino a Costa Rica durante mi primer año universitario, en el que también ingresé al programa “Experiment in International Living”, para viajar a Ciudad de México y a California durante el tiempo de vacaciones. Después de esa vivencia tan especial, en la que compartimos con familias de ambos países, a todo el grupo nos tocó pernoctar, de vuelta, una última noche en la capital mexicana. Al día siguiente, mientras realizábamos en el aeropuerto los trámites correspondientes para nuestro vuelo, divisamos al señor don Gaspar Henaine, más conocido como Capulina, quien caminaba en dirección hacia nosotros y nos decidimos a abordarlo. Le dijimos que éramos ticos y que le agradecíamos no sólo sus películas, sino el habernos visitado recientemente en nuestro país. Entonces le preguntamos si tenía familia y nos contestó que él era un hombre felizmente casado y padre de dos niños. A lo que, con mucha gracia, agregó: “Fíjense que mi hija nos salió igualita a mi esposa y el chiquito a mi mejor amigo”. Tras reírnos a carcajadas con sus ocurrencias, nos despedimos muy contentos de haberlo conocido, pues al tratarlo en persona resultó ser alguien aún mejor que en las películas.
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