Mi tío Yiyi Esquivel invitaba los domingos a mi papá al Estadio Nacional y, una cierta mañana, nos incluyeron también a mi hermano Jorge y a mí, para ir a ver un partido de Saprissa que nos emocionó muchísimo. Poco después asistimos a nuestro primer match nocturno internacional, el 15 de enero de 1959, en que jugaba el Santos de Brasil contra el Deportivo Saprissa.
Para este evento fuimos ambos muy abrigados, con unas ruanas de lana traídas por nuestra tía Lolita de Bogotá, Colombia, que eran como ponchos con capuchón, el de Jorge rojo y el mío verde. La sensación del partido, que nadie se quería perder, era el joven Pelé, quien unos meses antes había ganado, a sus dieciséis años, el Mundial de Suecia 1958 con la Selección de Brasil. En el juegazo de aquella histórica noche para el futbol nacional lo vimos anotar dos goles en un triunfo del Santos sobre Saprissa con marcador de 3 a 1. Diecisiete años después tuve el privilegio de verlo anotar de nuevo en Michigan, con el Cosmos de New York, previo a su sonada despedida del fútbol profesional.
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