Boca Juniors, campeón en la Bombonera de Buenos Aires (1991)

Boca Juniors, campeón en la Bombonera de Buenos Aires (1991)

A los participantes en el Curso de Formadores Latinoamericanos y del Caribe, celebrado en Buenos Aires en 1991, se les hospedó en las casas de los miembros de un movimiento de matrimonios. Así yo fui recibido en el Aeropuerto de Ezeiza por “Cacho” y Cristina Grosso, padres de siete hijos, niños y adolescentes, para hospedarme con su familia, quienes ya tenían un altarcito preparado para celebrarles misa en su casa. Tras su decepción por recibir al único laico del Curso, quien no podía presidir una Eucaristía, les complació que fuera el profesor que impartiría el tema de la madurez humana a unos setenta formadores y rectores de doce países. Ya en su casa, les comenté que Giovanni Alvarado, un hermano de mi comunidad laical, recién había llegado en un viaje de trabajo a Buenos Aires. Ellos insistieron en que lo fuésemos a buscar a su hotel y optaron por cedernos el dormitorio principal. A ambos nos admiró mucho su gran hospitalidad pues, además, nos llevaron esa noche a un espectáculo de Tango, en el Teatro San Martín, paseamos por la ciudad y disfrutamos de un bife de chorizo en los “Carritos” de la Costanera. El domingo por la mañana ya nos sentíamos en familia, al punto de que sus hijos nos saludaban de beso en la mejilla, como si fuéramos sus tíos, incluidos los tres mayores, dos chicos y una chica entre quince y dieciocho años. Estos dos muchachos iban a ir en un busito, contratado por la gente del barrio, a la final del campeonato argentino, que se jugaría entre Boca Juniors e Independiente. Cacho, Giovanni y yo los acompañamos hasta donde esperaba el bus y, tras despedirnos de ellos, nos devolvimos caminando hacia la casa. No obstante, a medio trayecto nos alcanzaron para decirnos que sobraban dos entradas y que nos invitaban a utilizarlas para ir con ellos al juego. Así que Giovanni y yo, muy asombrados, nos unimos al grupo y nos fuimos cantando “Dale, dale Boca”, hasta llegar a la Bombonera, que presentaba un lleno impresionante.

La gente que repletaba el estadio del Boca Juniors se portó muy amable con nosotros al abrirnos paso hasta la gradería. Incluso, nos daban una mano para ayudarnos a subir a la parte más alta, detrás de uno de los marcos, donde ya había muchas personas de pie adelante nuestro. Aún así, pudimos apreciar un homenaje que le hicieron a Diego Armando Maradona, quien estaba presente en uno de los palcos laterales, por parte de la hinchada  en la gradería del frente. Boca abrió el marcador durante la primera parte, por intermedio de Gabriel Batistuta, el cual se convertiría, poco después, en una de las grandes estrellas de la Selección Argentina. Al medio tiempo se aflojaron algunos espacios, lo que nos permitió a Giovanni y a mí poder sentarnos en las gradas de más arriba y disfrutar  mejor de las acciones durante la segunda mitad, en que Boca Juniors anotó dos goles más, para un triunfo de 3 X 0, con el que lograba el campeonato, en medio del fervor y la algarabía de su hinchada. Para nosotros dos, aquello fue una muestra de la providencia del Señor quien, al día siguiente de nuestra llegada, ya nos había integrado en el seno de una familia argentina que no conocíamos. Más aún, sin nada previsto, se nos abrieron las puertas para asistir a una emocionante final de campeonato que recordaríamos por siempre.

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