Al ganar Daniel Oduber Quirós la presidencia de la república, aquel primer domingo de febrero de 1974, hubo un deseo de todos sus parientes de las distintas ramas de la familia Quirós, partidarios suyos o no en cuanto a su afiliación política, de tener un encuentro con él. Esto llevó a Olga Madriz de Mézerville y su esposo Álvaro Sancho a organizar un encuentro familiar en el jardín de su casa, en San Rafael de Escazú, aprovechando el tiempo de verano a comienzos de marzo. Daniel y su esposa Marjorie Elliot, con su hijo mayor Luis Adrián, en edad escolar, acudieron gustosos a compartir con todos aquellos primos que habían sido tan cercanos durante su época de infancia y juventud. Así, reunidos al aire libre se congregaron unos setenta invitados, miembros de tres generaciones de las familias Goicoechea Quirós, Rodríguez Quirós, de Mézerville Quirós, Oduber Quirós y Jiménez Quirós, según el orden de edad de las hermanas Quirós que fueron los pilares femeninos de esta estirpe. Olguita Madriz, como buena anfitriona, promovió un ambiente muy natural, caracterizado por manifestaciones de mucho cariño entre los parientes, un diálogo animado en las mesas al compartir el almuerzo, además de música alegre y baile participativo. Todo reflejaba esa alegría espontánea de volverse a encontrar en el seno familiar, pero esta vez en torno al nuevo presidente electo de la nación y al arzobispo de San José, Monseñor Carlos Humberto Rodríguez Quirós, quienes también disfrutaban en agradable camaradería al estar juntos y rememorar aquellas vivencias comunes de sus temporadas veraniegas en la finca “Los Diamantes”.

El presidente electo, con su hijo Adrián, junto a los miembros de la familia anfitriona, en amena plática con su primo arzobispo, y los parientes Goicoechea y de Mézerville en una de las mesas al almuerzo.