1950. El legado de Papa Leon para sus hijos y nietos en su inesperada partida

1950. El legado de Papa Leon para sus hijos y nietos en su inesperada partida

De los seis hijos de doña Noemí, que llegaron a Costa Rica en 1898, Jules había fallecido de una fiebre en Puntarenas. Entre los restantes, cuatro de ellos murieron en un lapso de quince años, empezando por Leonor, en 1935, seguida de Emilio en 1943, Camilo en 1946, y finalmente Leon, el 6 de agosto de 1950. Solo Esther los sobrevivió a todos por más de veinte años. El desenlace de Leon fue totalmente inesperado. Apenas tenía 62 años y era un hombre fuerte, dedicado al trabajo de campo, si bien padecía de úlceras gástricas. En su última crisis, estando en la finca sufrió de una hemorragia interna y, aunque llamaron a su sobrino, el Dr. Jorge de Mézerville, para atenderlo de emergencia, el sangrado había sido masivo y no fue posible salvarle la vida. Ya tenía cinco nietos menores de seis años: Ana Lucía, Enrique Eduardo y Rodrigo Coto de Mézerville, así como Hernán Felipe y Óscar de Mézerville Cantillo. Ana Lucía recuerda que él era muy alto y, cuando lo acompañaban en la finca, al volver de la lechería se quitaba las botas embarrialadas para descansar en una hamaca. Además, papá Leon le llevaba a ella en las mañanas un vaso de leche recién ordeñada. Él los quiso mucho y, con una excelente caligrafía, les hacía cartas muy cariñosas. Una, especialmente significativa, la escribió a su nieto Hernán Felipe cuando éste nació, el 10 de setiembre de 1947, ya que era el día de su cumpleaños. Él quería que a algún nieto le pusieran Leon, como él, quien se había acostumbrado, desde pequeño, a escribirlo sin tilde, tal y como se hace en francés. Por distintas razones, esto no ocurrió antes de su fallecimiento. Sin embargo, al morir él, sorpresivamente, aquel mes de agosto de 1950, estaba por nacer su tercer nieto de Mézerville Cantillo y fue ese niño quien heredaría su nombre. Así este futuro médico, el Dr. León de Mézerville, no sólo se llamaría como él, sino que heredó también esa gran aptitud que tenía su abuelo en el campo de la salud, pues Leon utilizaba remedios caseros, ofrecía tratamientos naturales para curar enfermos y estaba siempre dispuesto a poner inyecciones a quien lo necesitara.

Leon de Mézerville les dejó un gran legado a sus hijos y nietos, lo que lo hace ser muy recordado por todos