En la familia de Mézerville Zeller, a inicios de 1979 Gaston ya había regresado de sus estudios en EE. UU., Jorge estaba casado y Denise era novia de Efraín Calderón. Todo esto daba motivos de alegría, excepto porque Jorge Papá sufría de distintas dolencias, aparentemente de origen psicosomático. A menudo presentaba trastornos digestivos, volubilidad emocional y una pérdida de peso que lo hacía verse muy frágil. Cuando Efraín y Denise decidieron comprometerse, éste visitó el consultorio de su suegro para pedir su mano, lo que a él le complació mucho. Le agradaba la idea de ver casada a su única hija mujer, puesto que para él era un alivio delegar, en su futuro esposo, la responsabilidad que sentía de velar por ella. No obstante, un par de meses antes de ese matrimonio su salud se agravó mucho, aunque siempre confiaba en Dios que le concediera su deseo. Sorprendentemente, se restableció de esa crisis y hasta volvió a atender en su consultorio. Sin embargo, la semana de la boda retornaron sus síntomas digestivos, por lo que decidió no asistir, ya que no estaba en condiciones de desfilar con su hija hasta el altar. La víspera pasó muy mala noche y esa mañana, cuando los demás partieron a la iglesia, permaneció en cama, acompañado de su hermano mayor, Julio, quien se quedó a su lado. Terminada la ceremonia, los contrayentes pasaron a saludarlo y él se mostró muy contento de verlos ya casados. Entonces, mucho más tranquilo los vio partir a la recepción. Sin embargo, hacia el mediodía sufrió una descomposición y su sobrino, el Dr. León de Mézerville, dictaminó que su estado era bastante delicado y se hacía necesario internarlo de inmediato. Los recién casados se fueron para su luna de miel, suponiendo que el internamiento lo ayudaría a recuperarse, como ya había ocurrido antes. Pero al día siguiente, domingo 22 de abril, Dios dispuso llamarlo a su presencia, no sin antes haberle concedido aquel gran deseo suyo de ver casada a su hija antes de su partida.