Emisario de don Ricardo Saprissa para su amigo en Argentina (1971-72).

Emisario de don Ricardo Saprissa para su amigo en Argentina (1971-72).

En preparación para nuestro viaje a Suramérica, mi hermano Jorge y yo adquirimos nuestras mochilas en la fábrica de lonas de don Ricardo Saprissa, el fundador y en esa época presidente del Deportivo Saprissa. Ésta quedaba en lo que hoy se denomina como la “Calle de la Amargura”, que sirve como vía de entrada a la Universidad de Costa Rica. Aunque las ventas allí se realizaban al por mayor, él tuvo con nosotros la deferencia de ofrecérnoslas al detalle y a un precio muy bueno. Él nos recordaba a ambos de cuando llegábamos con nuestras bicicletas a su estación de gasolina, frente al Gimnasio Nacional, y por mi vinculación con las ligas menores de la institución morada. Al contarle de nuestro proyecto viajero nos habló de un antiguo amigo español, residente en la Argentina, con quien había perdido contacto. Su último encuentro ocurrió siendo él jugador del Club Español de Barcelona, cuando realizaron una gira futbolística por los países del cono sur de América. Incluso nos comentó que habían cruzado por tierra la Cordillera de los Andes, como haríamos nosotros, en su travesía desde Chile a la Argentina, y que compartieron en esa ocasión gratos momentos en Buenos Aires. Entonces, de su puño y letra, don Ricardo le escribió una nota afectuosa a su amigo, para que se la entregáramos en caso de encontrarlo. La única referencia que conservaba de él, de hacía ya muchos años, era que había establecido una tienda deportiva en la ciudad capital, pero no contaba con su dirección ni ningún otro dato para localizarlo. Afortunadamente, durante nuestro mes en Buenos Aires, al preguntar por él en otra tienda de deportes de la ciudad y al mencionar su nombre completo, no me fue difícil ubicarlo. De hecho, pasé un rato muy agradable con ese señor español, quien por un par de horas me mostró fotografías de antaño, aderezadas con anécdotas sabrosas, que luego pude relatarle al propio don Ricardo. De esta manera cumplí con el encargo de servirles como emisario. Más aún, a mi regreso también le entregué a don Ricardo Saprissa una carta muy expresiva, de parte de su amigo, con la que restablecieron aquel contacto qué habían tenido antes, para así comunicarse entre ambos. ¡Una maravilla más del viaje de la amistad! 

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En el Baile de Gala, junto a la Reina de la Feria Lasallista (1964)

En el Baile de Gala, junto a la Reina de la Feria Lasallista (1964)

Antes de cumplir mis trece años, por elección de mis compañeros me correspondió ser el presidente del Primer Año B del Colegio. En mayo se celebraba anualmente la famosa Feria Lasallista y, como parte importante, había un certamen de belleza para escoger a la Reina de la Feria, entre las representantes de todas las secciones de la secundaria. Aunque éramos los benjamines, nos representó la prima de nuestro compañero Francisco María Collado. Para asombro de todos Laura Collado, con poco más de trece años, fue electa como Reina, lo que nos causó mucho orgullo. Incluso, los miembros de la directiva fuimos a visitarla una tarde a su casa, en Barrio La California, para agradecerle el habernos representado. Se acercaba la fecha del Baile de Coronación en el Club Unión y, por jugarme una broma, alguien misterioso le hizo llegar a mis padres una carta falsa, firmada por el director del Colegio, donde les pedía que me permitieran ir al baile como presidente de la directiva del Año. Tras la ilusión por el permiso concedido, se descubrió la falsedad de la carta, lo que me hizo reaccionar con mucha frustración y cólera hacia quien había urdido ese engaño. Entonces mi tía Lolita, como siempre, intercedió por mí. Ofreció pagarme la entrada y hasta me acompañó al baile, el primero en que participaría de adolescente. Como conocida de los Collado, mi tía consiguió que nos sentaran en la misma gran mesa de la Reina, y se ufanaba de su sobrino, presidente del Primer Año, que la eligió a ella para ese reinado. Por supuesto que Laura Collado sólo bailó con los muchachos mayores, escogiendo entre aquellos que la pretendían. No obstante, yo también pude bailar con una prima de Laura el primer baile de mi vida, lo que me llenó de satisfacción. ¡Aquello fue lo más cercano que estuve de ser el acompañante de la Reina!

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